Mayrautora
¿Prohibición o legalización?
La libertad de elegir
“Yo elegí no elegir la vida; elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones, ¿quién necesita razones cuando tienes heroína?”.
-Renton, Trainspotting-
Una sola vez he intentado ver esta película y no he podido pasar de los primeros minutos. La escena inicial donde un bebé llora abandonado en el suelo, mientras sus padres se están inyectando heroína, me resultó profundamente perturbadora y elegí no seguirla viendo… y jamás quiero volverlo a intentar. Esto es una muestra de dos cosas: la primera, yo tengo la libertad de elegir (lo que veo, pienso, siento y hago) y dos, el mundo de las sustancias ilegales, me es tan ajeno y tan incomprensible, por miedo y desconocimiento de todo lo que implica.
La libertad de elegir es uno de los derecho más sagrados que tenemos los seres humanos: podemos elegir el camino tradicional de una carrera universitaria, un trabajo corporativo de tiempo completo, la boda religiosa, el tradicional crédito inmobiliario a 30 años, el matrimonio para toda la vida, los hijitos que “Dios te mande”, la jubilación… o no. He aquí lo trascendente de respetar el derecho a que un adulto decida sobre su vida, su cuerpo, sus metas, y los caminos que habrá de recorrer hacia ellas. La soberanía empieza con la libertad de elegir sobre uno mismo.
Desconexión y alteración de la realidad, adormecer el dolor del alma, curiosidad de saber qué se siente o el simple deseo de experimentar placer, son algunas de las características de este universo que refieren quienes viven o han vivido en él: para ellos, el mundo real es sinónimo de esclavitud, de infelicidad y por ello, deciden escapar y sumergirse en un nuevo estado mental.
En mi opinión, lo ideal sería que cualquier adulto, con la información suficiente y la conciencia plena de las consecuencias, debería poder tomar sus decisiones en completa libertad y al respecto de todo en su vida: desde cómo vestirse, a lo que quiere dedicarse, tener o no pareja, casarse o no, tener o no tener hijos, tomarse un café o un tequila, y consumir o no alguna sustancia… y no, no estoy promoviendo, ni invitando, ni justificando, ni defendiendo: estoy exponiendo la importancia del derecho de todo adulto para decidir y elegir.
Mi opinión? La legalización es urgente, no para facilitar o promocionar que todos nos volvamos adictos, sino como una opción regulatoria que proteja a los que si así lo deciden por voluntad propia, consuman algo que esté diseñado y producido de forma segura, y no como actualmente sucede, que quien sabe quién lo hace, que le ponen, o los efectos que puede tener en quien lo consume, y ya ni hablamos de los efectos colaterales de un mercado negro: violencia, delincuencia, muerte, enriquecimiento ilícito de unos cuantos, y una mafia de crimen organizado.
No todos los adictos son delincuentes y viceversa: no son bandidos son enfermos, y eso cambia toda la perspectiva: la evidencia muestra que la prohibición todo lo empeora, pues se han perdido muchas más vidas en la lucha, que en el consumo…

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