Mayrautora
Lo público, lo privado y lo mío
Imposible la honestidad al 100%
Dice el dicho que “nada es verdad y es mentira, todo es según el cristal con que se mira”… y un poco sí, siempre y cuando no se caiga en el abuso. Debe haber un nivel básico de confianza y cuando se sobre pasa, caemos en la manipulación, la exageración y la agresión.
Pero entonces… ¿hay que ser transparente y honesto por completo? En mi opinión, vivir como un “libro abierto” no solo es inoperante sino hasta peligroso, no porque tengamos que esconder algo malo, sino porque hay que mantener privado LO NUESTRO.
Está bien tener una esfera pública, mostrar apertura, compartir, porque en ese intercambio bilateral aprendes y te nutres. Dejarle saber nuestro pasado a la pareja, nuestras opiniones a un amigo, o compartir una foto de nuestras vacaciones en redes sociales, pudieran ser las escalas de lo público, lo privado, y lo tuyo, dependiendo del grado de confianza y cercanía con las personas en cuestión.
Considero que es justo aquí donde empieza el problema de detectar dónde está la línea divisoria entre cada categoría, porque es justamente donde nos comenzamos a confundir y a perder. Lo público es la información que pondríamos a disposición de cualquiera, que escribiríamos en la fachada de nuestra casa al alcance de cualquiera, porque ayuda a la socialización y al intercambio de información. Lo privado, cae en el terreno de lo interno, tus pensamientos, temores, necesidades y experiencias, todo aquello que es tan personal que solo muestras con tu círculo cercano compuesto de personas que ya conoces de tiempo atrás y con quienes tienes una conexión y vínculo fuerte, único y personal. Y finalmente el ámbito personal, eso que es tuyo y solo tuyo, de ti y para ti, exclusivo y profundo, tus temores, tus anhelos, tus fantasías, tus sueños, todo aquello que te ha construido y formado en lo que eres hoy día.
Está más que claro que tu intimidad no se comparte, no por deshonestidad sino porque no tiene razón ni sentido alguno hacerlo, y quien tenga esa información es muy probable que no la entienda y no sepa qué hacer con ella. A veces incluso, ni uno mismo se entiende, te rebasa el hecho de intentar poner en palabras y transmitir todo eso que te perturba, y la recomendación si estás en este punto es que lo compartas en un espacio seguro con un profesional capacitado para ello, como un terapeuta.
Al final del día tú decides qué, cómo y con quien compartir. Solo prepárate porque es arriesgado, hay personas que no sabrán qué hacer con esa verdad o que no tengan la madurez necesaria para gestionarla una vez que la conozcan. A veces las llamadas “mentiras piadosas” pueden salvarte el pellejo, siempre y cuando se usen de forma ocasional y sean para evitar un sufrimiento que de revelar una verdad pudiese resultar demasiado doloroso.

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