Mayrautora
El implacable villano
Actualizado: 22 jul 2022
El inevitable paso del tiempo
No, no estoy hablado de un personaje de la más reciente serie transmitida por streaming, o de la escena de la telenovela más popular del momento (de hecho, no consumo ni la una ni la otra).
Hablo del cruel e inevitable paso del tiempo. Sí, justo que ese que no se detiene a esperar por nada ni siente compasión por nadie. Ese que hoy por la mañana, en un contundente chispazo de conciencia, me hizo pensar en que la guardería, los biberones, las noches sin dormir, el kinder y mi fallida lactancia han quedado atrás.
En un parpadeo, mi hija está por ingresar a segundo grado de primaria. Y en dos parpadeos más, estaré negociando sus primeras salidas al antro, o la despedida a la universidad en un aeropuerto. Lo dicho: el paso del tiempo es innegable y violento.
Agradezco más que nunca el haber tomado la decisión de dejar mi vida corporativa encerrada en una oficina 10 horas al día. Estoy consciente que renuncié a la mejor oportunidad laboral de mi vida, a un empleo donde mi ego estaba más que bien servido, y mi cartera llena y estable. Pero estoy aún más consciente de las razones de esa decisión: saberme estando justo donde quiero estar, con ella, acompañando sus pasos, cuidando su camino, mirándole crecer, y como bonus extra, desarrollando mi faceta como autora, mi gran llamado a las letras que ignoré y sepulté en el olvido durante 40 años.
Viviendo en paz, armonía y felicidad con las decisiones tomadas y con sus consecuencias. Por primera vez en muchos años, sin tener que decidir entre trabajar y ser Madre. Puedo ser lo que quiero ser sin manipulantes culpas y rancios moralismos.
Jamás me volveré a perder ni uno solo de sus días de mi hija...
Jamás volveré a desoír mi vocación como escritora...

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